UNA PASTORAL QUE CARECE DE OBJETIVIDAD.
PRUEBA QUE LA SUMA DE ALGUNAS VERDADES NO EQUIVALE A LA VERDAD.
Y LOS QUE SE CONFUNDEN AL RESPECTO MIRAN EL MUNDO AL REVÉS.
TEMERARIO CUANDO ELLO SUCEDE EN QUIENES LA IGLESIA CONFÍA LA ASISTENCIA ESPIRITUAL DE PERSONAS QUE CUMPLEN PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD.
OPINIÓN CRÍTICA SOBRE UNA DECLARACIÓN
Mario
Meneghini
El comunicado de la
Pastoral Carcelaria Argentina –que reproducimos a continuación-, nos resulta
preocupante por su contenido, precisamente por reflejar la posición simplista y
superficial que dicho texto adjudica a las propuestas actuales en torno al tema
de la inseguridad.
La Iglesia ha
señalado la importancia de “la actividad que los capellanes de las cárceles
están llamados a desempeñar, no sólo desde el punto de visto específicamente
religioso, sino también en defensa de la dignidad de las personas
detenidas”[1]. Pero la declaración que comentamos, parece más un análisis
sociológico, teñido de ideología garantista, que un enfoque basado en la
doctrina católica. En efecto, como enseña el Catecismo, la autoridad pública
tiene el derecho y el deber de aplicar penas a quien comete un delito, con la
finalidad de reparar el desorden introducido por la culpa[2]. Consideramos que
el punto 8 del comunicado, especialmente su última frase, contradice la
doctrina.
La pena se funda en
el libre albedrío humano, que permite a las personas conducirse rectamente, así
como apartarse voluntariamente del bien.
“La pena jurídica es una relación que se establece entre el reo que la recibe
y la autoridad pública que la aplica. De manera que se requiere merecimiento en
aquél, y potestad para infligirla, en esta última. Es necesario admitir que la
autoridad política tiene ese derecho de punir, porque en caso contrario sería
ilusorio el orden jurídico que ella establece”[3].
En última instancia,
todo delito constituye un pecado: “una falta contra la razón, la verdad, la
conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el
prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes” (Catecismo, 1849). Por
consiguiente, equiparar a la persona honesta con quien delique, al margen de
los condicionamientos sociales que lo hayan afectado, configura una grave
injusticia que no ayuda a resolver el problema de la inseguridad, ni a mejorar
la situación de los privados de libertad.
Córdoba, 14-10-13
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¡ACUÉRDENSE DE LOS
PRESOS!
“Acuérdense de los
presos, como si también ustedes estuvieran presos con ellos. Piensen en los que
han sido maltratados, ya que ustedes también pueden pasar por lo mismo.”
Hebreos 13:3.
Comunicado de la
Pastoral Carcelaria Argentina, reunido el Equipo Nacional y Secretariado en
Rosario 28 y 29 de Setiembre de 2013
Ante la situación
coyuntural que ha surgido en torno al tema de la inseguridad, y de las
distintas propuestas que vienen surgiendo desde distintos ámbitos de la
sociedad toda, como miembros de la Pastoral Carcelaria, que camina en el mundo
de la Carcelación, queremos compartir este mensaje al Pueblo de Dios que
peregrina en Argentina, a las áreas pastorales, implicadas en los distintos
ámbitos de la sociedad, como portadores de buena noticia, desde los valores del
Evangelio, de la justicia y la verdad:
1º. Creemos que es una
posición simplista y superficial tratar el tema de la inseguridad, desde las
consecuencias de la violencia y el delito, poniendo la mirada al final de los
hechos.
2º. No se puede poner la mirada al final del
camino, en la Cárcel, las condenas, bajar la imputabilidad, elevar las penas,
perseguir a los adictos. Es necesario ir a las causas, a lo que origina toda la
situación de inseguridad y violencia.
3º. La realidad de la
droga, el narcotráfico, está tocando todos los estamentos de la sociedad, desde
el poder político, las estructuras del Estado, la Justicia, los ámbitos de la
educación, la vida de los barrios, la familia, la juventud, el trabajo.
4º. Creemos que todas
las áreas pastorales de la Iglesia, debemos
implicarnos en estos temas actuales, para procurar responder y acompañar
los gozos y sufrimientos de nuestro pueblo.
5º. Creemos que el
sistema penitenciario, es superado permanentemente ya que no ayudan a las
personas a encontrar sentido a su vida, por faltas de políticas penitenciarias
claras, estables e interdisciplinar, al servicio del privado de libertad. Por
esto, su estructura queda obsoleta, no se encuentra personal, ni se contrata
personal para un bien común, y este ámbito que debería ser un bien publico,
termina manejado políticamente, salpicado por el poder, intereses egoístas,
corrupción, creyendo que una reforma del código penal puede sanar la situación.
6º. La reforma del
Código Penal, transformación de las leyes, no puede estar sujeto a situaciones
coyunturales, inseguridad, intereses políticos y manipulación de los medios de
comunicación y beneficios económicos de algunos. Y con estas reformas
legislativas, se debe buscar alternativas a la Cárcel, que sanen, que incluyan,
integren y comprometan a toda la sociedad.
7º. Todo sujeto,
ciudadano argentino, necesita sentirse amparado por las leyes. No se puede
crear leyes para dar seguridad a una parte de la población, creando inseguridad
en el resto. Los códigos de falta y convivencia, han dado seguridad a una
parte, en detrimento del resto de la sociedad. Hay en estos códigos actitudes
discriminatorias, porque en la mayoría de los lugares, en aras de la seguridad,
se abusa de la autoridad cedida a la policía y organismos de seguridad.
Priorizando los antecedentes, portación de rostro, expedientes armados,
embarrar la cancha, protegiendo a unos
para incriminar a otros, entre ellos, a los más vulnerables.
8º. Mi seguridad no
puede violar la seguridad y libertad del otro. Todos somos parte de esta
sociedad y estamos implicados en la búsqueda del bien común. Cuando alguien termina en la Cárcel, es
porque en su vida, alguna institución, o la sociedad, han fallado en ese
acompañamiento (Iglesia Católica, familia, educación, salud, trabajo,
vivienda). No nos hicimos cargo del otro. No reconocí al otro como mi hermano.
Al otro lo encerré para que no me haga daño o para que no toque lo que es mío,
lo mío es más importante que el otro.
9º. Es nuestro deber,
estar cerca de todos, desde este mundo de la Carcelación, y desde abajo, desde
los carcelados, solo queremos iluminar y compartir el dolor de todos los que
sufren la inseguridad, la violencia, el delito, la injusticia y el abandono, lo
descubrimos como nuestro sufrimiento. Sin ser imparciales, desde el Dios de la
Vida, buscando la verdad, el camino de la justicia, creemos que es
responsabilidad de toda la Iglesia hacernos presentes desde todos los ámbitos pastorales, en medio de la
realidad de sufrimientos y dolor, implicarnos, saliendo a las periferias de la
sociedad donde nos movemos y a la que debemos servir, como Iglesia, Pueblo de
Dios, desde nuestros ámbitos pastorales.
Pidiéndole a Jesús
carcelado interceda ante el Padre Dios para que vivificados por su Espíritu
seamos servidores y constructores de su reino.
Por
el equipo nacional y el secretariado.
Pbro.
Javier E. Ladrón de Guevara
Secretario
Ejecutivo de la
Comisión
Episcopal de la
Pastoral
Carcelaria
Católica
Argentina
LosPrincipios.org,
13-10-13
[1] Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, p. 403.
[2] Catecismo de la
Iglesia Católica: 2266. “La preservación del bien común de la sociedad exige
colocar al agresor en estado de no poder causar perjuicio. A la exigencia de
tutela del bien común corresponde el esfuerzo del Estado para contener la
difusión de comportamientos lesivos de los derechos humanos y de las normas
fundamentales de la convivencia civil”. “La pena finalmente, además de la
defensa del orden público y la seguridad de las personas, tiene una finalidad
medicinal; en la medida de lo posible, debe contribuir a la enmienda del
culpable (Cf. Lc 23, 40-43)”.
[3] Tale, Camilo.
“Compendio de Derecho Natural”; Córdoba, 1991, p. 282.