Publicado en THE NEW YORK TIMES
Los niños inmigrantes merecen una voz en los tribunales de Estados Unidos
Por EL COMITÉ EDITORIAL
12 marzo 2016
En estos absurdos tiempos políticos, ¿puede
sorprendernos que un magistrado federal de inmigración insista en que los niños
pequeños pueden representarse a sí mismos ante un tribunal?
El juez Jack Weil no parecía bromear cuando, al dar
su testimonio en una corte federal, dijo a un abogado del American Civil
Liberties Union: “He enseñado derecho migratorio a niños de tres y cuatro años.
Requiere mucho tiempo. Requiere mucha paciencia. Pero lo entienden”.
El caso —que una coalición de organizaciones defensoras
de derechos de los inmigrantes llevó ante el tribunal federal de Seattle— se
opone a acciones de la administración de Obama que tienen por objeto deportar a
miles de niños centroamericanos detenidos en la frontera sur en años recientes.
El objetivo del juicio es hacer que el gobierno asigne abogados a los niños
para su comparecencia ante el tribunal de inmigración.
Los niños pertenecen a varias familias que han huido
de persecuciones en Guatemala, Honduras y El Salvador. Esta situación de
emergencia se ha convertido en un dolor de cabeza político para el gobierno de
Obama, que ha hecho todo lo posible para manejar el ingreso de miles de
personas que buscan asilo y, al mismo tiempo, desalentar a otros de llegar en
el futuro. Entre otras tácticas, ha apresurado el paso de los casos a través de
los congestionados tribunales de inmigración mediante el llamado rocket docket
y, desde hace poco, organiza redadas para atrapar a los inmigrantes que no han
respondido a órdenes de deportación.
Aunque la legislación federal no dispone que el
gobierno asigne abogados a personas que no son ciudadanos del país para los
procedimientos de inmigración, sí estipula que debe celebrarse una “audiencia
integral y justa” ante un magistrado. Sin embargo, la administración argumenta
que no es su obligación constitucional asignar abogados a los niños para el
tribunal de inmigración y se niega a reconocer que es injusto hacer que niños
muy pequeños se las arreglen solos en las audiencias de deportación para
comprender el proceso legal.
El resultado podría considerarse ridículo, si no
fuera también trágico, porque estos niños enfrentan graves peligros, e incluso
una muerte violenta, si se les envía de regreso a sus países de origen.
No todos entienden la situación. En audiencia el mes
pasado ante el Comité Judicial del Senado, Jeff Sessions de Alabama, uno de los
principales nativistas de Washington, sonó la alarma sobre los niños de la
frontera no porque se les negaran sus derechos legales, sino porque el gobierno
no los estaba deportando con la rapidez suficiente. Pero conforme a la
legislación internacional y la estadounidense, están en su derecho de solicitar
protección.
Muchos pierden sus casos y se ordena su deportación,
muchas veces en ausencia si no se presentan a las audiencias. Sessions y otros
consideran que esto demuestra que son delincuentes. Estos niños no tienen a
nadie que les ayude a preparar su caso y no entienden qué espera el tribunal de
ellos. Defensores de los derechos de inmigración señalan que cuando los niños
cuentan con la representación de un abogado, es mucho más probable que regresen
al tribunal y es mucho menos probable que se ordene su deportación.
Un proyecto de ley que preparó el senador Harry Reid
incluye la disposición de que el gobierno designe abogados para los niños que
están solos y las víctimas de abuso, tortura u otro tipo de violencia. También
estipula que el Departamento de Seguridad Nacional debe asegurarse de que los
inmigrantes detenidos conozcan sus derechos y responsabilidades conforme a
derecho. Pero como no es probable que ese proyecto se convierta en ley a corto
plazo, el gobierno de Obama necesita tomar medidas para garantizar en este
momento que esos niños reciban un tratamiento justo en el tribunal.
Para comenzar, podría reorganizar los expedientes de
inmigración de tal manera que se dé a los niños y sus guardianes más tiempo
para encontrar un abogado. Los abogados que colaboran con grupos defensores
hacen todo lo posible para cubrir las necesidades, pero la cantidad de casos es
abrumadora. “Ahora se gasta mucho dinero del gobierno” para dar representación
a los niños que están solos, afirmó Ahilan Arulanantham, un representante legal
involucrado en el caso de Seattle. El gobierno podría proceder con los casos de
los niños que tienen abogado, continuó, “y mandar al final de la cola a los que
no lo tienen”.
Estos niños y sus abogados podrían también presentar
recursos en tribunales distintos del de inmigración, por ejemplo, con tal de
solicitar visas para víctimas de tráfico humano y otros delitos. No debería
haber afán para presionar a que los niños que están solos enfrenten un proceso
que no asemeje a un juicio con garantías.